Los poetas, los amigos

Tomado de «El poeta, el amigo«, de Tomás Calvillo. hermoso texto sobre el maestro, el poeta, el amigo, Luis Cortés Bargalló. Por las palabras y las acciones, mi gratitud por siempre a ambos.

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Como tijuanense en la Ciudad de México, Luis Cortés me enseño el desenfado, la soltura del desparpajo, que no se desbarrancaba como el desmadre y si ayudaba a aligerar el peso de la gravedad de nuestra cultura del altiplano, asentada en el ombligo del conejo de la luna. […] Ahora que viajo en un autobús que ha dejado atrás la ciudad de San Luis Potosí, leo su último libro de poesía, Filos de un haz y envés, publicado en 2007.

Bosque de yucas
Soles aspirados
Párpados agudos
Cirios y cardones
En el polvo Indescifrable
Descargada
La fricción
Se cristalizan
Como sílabas
Sedientas
Y de pie

Leo sus poemas a la velocidad de la luz donde el paisaje se revela como la metáfora de la propia naturaleza  de las palabras, alquimia y simbiosis, la cultura y la naturaleza; poemas donde el tiempo es un ajuste entre el presente y la memoria que sus vocablos calibran, como en su texto Haciendo cola en la garita de San Isidro:

En un principio primero fuimos a ver como sacaban
al hombre que murió de frío en una zanja fronteriza.
Era de Zirahuen —decía la gente—, pestilencia y suciedad
con ojos blancos. Y me regresé a la casa
y mis padres se enfadaron
pero me dijeron que venía de un lugar muy bello y pobre,
con una laguna de plata que me reinmigró a sus ojos.