«El medio intelectual mexicano es la guerra y ha logrado constituir una de las sociedades más terroristas que existieran contra la inteligencia. Grupos poderosos organizan sin cesar tribunales, que citan y juzgan a tal o cual acusado de uno o múltiples delitos…
«Los intelectuales practican de una u otra forma algún tipo de poder y ese es el error: hay que dar lo que sea a un artista, un escritor, un filósofo, salvo el poder, aun local, aun parcial, aun limitado a lo suyo propio. Con el paso del tiempo, mi terror dejó lugar a mi risa: ya los conocía bien. Todos se decían perseguidos. El consejero de los ministros pretende ser un paria y cada uno acusa a los demás de tener posiciones de poder, mientras que él mismo sube por la fuerza de sus puños en contra de la oposición universal.
«Lo que les hace falta a los intelectuales mexicanos no es la bendición del poder, una mejor vida material o incluso un público mayor, sino conventos. En estos conventos vivirían los anacoretas que elaborarían la verdadera cultura.»
Ikram Antaki, El pueblo que no quería crecer (Joaquín Mortiz, 2012).